<<¡Y ya estoy listo!>>, dice el bohemio, y entre
las copas de aquel alcohol que se mezcla en diversos nombres locales de
botellas, se pierde, sin razón aparente, en la necesidad de seguir intoxicando
el cuerpo de éter; ya no de amoríos imposibles, platonismos de un deseo nupcial
nunca cumplidos y golpes mortales de puñales lacerantes espirituales en la
espalda de un hombre tan desahuciado como aquel hombre. <<Ya no queda
razón de ser, de vivir, de soñar, de existir siquiera. El mundo está listo para
botarme al abismo, pero yo no estaré listo jamás para irme. Ya ni sé que
quiero.>> Se pudre y gangrena sus deseos en las palabras amargas de
aquella alma alcoholizada, más por los labios nunca habidos que por los sesenta
grados del quemante en su botella. Coma etílico. Muere.
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